Porque nacimos del dolor, tenemos derecho a parir alegrías
Por: Francisco J. García Aten
Hoy concluyen las campañas e inicia el periodo de silencio que establece la ley electoral. Atrás quedaron las encuestas y las opiniones sesgadas. Ahora es necesario ponderar el sentido que daremos a nuestro voto.
De los cuatro candidatos que iniciaron la contienda, solo dos tienen posibilidades de triunfo: Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto. Josefina se quedo en el camino y Quadri solo fue una anécdota.
En esta elección se confrontan dos propuestas distintas y distantes; la continuidad de un proyecto agotado o la posibilidad de un cambio de fondo en la conducción de las políticas públicas. El primero ya demostró su ineficacia, el segundo merece el beneficio de la duda.
Enrique Peña Nieto acude a la cita cargando con la pesada losa de su pasado: la represión de Atenco, los contratos con Televisa, la protección a Montiel, la compra de voluntades para conseguir mayorías en el congreso estatal , su relación con Salinas, Ulises Ruiz, Mario Marín, Humberto Moreira, Hank Rohn, Tomás Yarrington, Fidel Herrera y un largo, larguísimo, etcétera.
Podríamos agregar que Peña Nieto carece de estatura intelectual, no cuenta con credenciales para ejercer un liderazgo ético y su calidad moral esta en entredicho.
Sin embargo, el riego mayor se encuentra en un retorno a un pasado autoritario que se creía superado. Es ingenuo pensar que esta posibilidad se encuentra ausente. La forma en que gobernó al Estado de México la convierte en una realidad latente.
Por otra parte, López Obrador se presenta con una imagen lastimada por la incesante guerra de calumnias y denuestos prodigada desde las alturas en su empeño por evitar que llegue a Los Pinos. Participan también los interesados en ampliar los beneficios y privilegios que la política entreguista de los último gobiernos les ha brindado.
Andrés Manuel nos ofrece un liderazgo honesto, un proyecto viable y congruente. Ha integrado un gabinete con personalidades que se distinguen por su probidad y capacidad. Nos propone la reconciliación nacional y la construcción de un México mas justo, prospero y seguro.
Ha llegado el momento de la definición. El país ha sido pisoteado por quienes estaban obligados a servirlo. Los gobiernos del PRI nos colmaron de corrupción y los del PAN nos cubrieron de sangre. Ya tuvieron su oportunidad y fallaron. Es el tiempo de dar la ocasión a quienes tienen la voluntad de romper con esta inercia perversa.