NOTICIA-INTERNACIONAL/ALTAR AL DIA
EL CAIRO.– Los egipcios se dirigieron ayer en masa y dentro de
una absoluta normalidad a las urnas para votar a su primer presidente tras la
caída de Hosni Mubarak, con la sensación de decidir por primera vez en sus vidas
el destino de su país.
La sola celebración de unos comicios en libertad era algo inimaginable hasta
hace poco más de 15 meses, antes de que la presión de las protestas populares
obligase a Mubarak a renunciar.
Los votantes enfrentaron unos comicios polarizados entre laicos con raíces en
la antigua autocracia de Hosni Mubarak e islamistas que tienen la esperanza de
infundirle religión al Estado.
Las opciones en competencia han provocado entre muchos preocupaciones sobre
qué tipo de democracia surgirá en Egipto. Y el resultado final, que posiblemente
sólo se conozca después de una segunda vuelta el próximo mes, abrirá un nuevo
capítulo de lucha política.
Sin embargo, en las filas para acudir a las urnas, los votantes estaban
evidentemente emocionados por la oportunidad de decidir el camino de su país en
los comicios, que son el fruto de la impresionante revuelta popular del año
pasado que derrocó a Mubarak después de 30 años en el poder. Durante los últimos
60 años, los mandatarios egipcios se han presentado a las elecciones sin
opositores, muchas veces afianzados en referendos para decir sí o no en los que
a pocos les importaba participar.
Mohammed Salah, de 26 años, salió sonriente de un puesto de votación donde
acababa de depositar su voto. “Antes, solían hacerse cargo de esto en mi lugar”,
dijo. “Hoy, he decidido por mí”.
Medhat Ibrahim, de 58 años, quien sufre de cáncer, tenía lágrimas en los
ojos. “Podría morirme en sólo unos meses, por lo cual vine con mis hijos, para
que ellos puedan vivir”, destacó emocionado mientras esperaba para votar en un
distrito del sur de El Cairo.
Los votantes de esta nación de 82 millones de habitantes tenían la opción de
elegir entre 13 candidatos. Unos 50 millones de personas tienen derecho de
votar.
Pero la batalla real es entre cuatro candidatos: dos islamistas, Mohammed
Morsi y Abdel-Moneim Abolfotoh, y dos seculares, el ex primer ministro de
Mubarak, Ahmed Shafiq, y el ex canciller Amr Moussa.
Se prevé que no habrá un ganador en las elecciones de dos días que iniciaron
ayer. Por ello se ha programado una segunda vuelta con los dos primeros
candidatos el 16 y 17 de junio. El ganador será anunciado el 21 de junio. Se
espera que los resultados oficiales de la primera ronda se den a conocer el 29
de mayo.
El próximo presidente de Egipto será el quinto desde que la monarquía fue
derrocada después de un golpe en 1952 que dio paso a seis décadas de un régimen
militar o gobierno de facto. Al igual que sus tres predecesores —Anwar
Sadat, Gamal Abdel-Nasser y Mohammed Naguib — Mubarak tenía formación
militar.
Muchos de los candidatos en la contienda han pedido enmienda al tratado de
paz con Israel de 1979 que muchos egipcios perciben como su enemigo número
uno.
Unos 14 mil 500 jueces se encargan de supervisar la votación en 13 mil 99
mesas electorales, asistidos por más de 65 mil funcionarios, mientras que
cientos de ONG egipcias y extranjeras realizarán el seguimiento de las
elecciones.
Asimismo, los comicios fueron vigilados por miembros de medio centenar de
organizaciones no gubernamentales, entre las que figuran tres extranjeras, y
expertos de la Unión Africana (UA).
La Comisión Suprema Electoral Presidencial registró algunas irregularidades,
durante el primer día de los comicios para elegir un nuevo presidente en
Egipto.
El próximo presidente tendrá que tratar con un Parlamento dominado por los
Hermanos Musulmanes y los fundamentalistas salafistas desde las legislativas y
hacer frente a una difícil situación económica, en medio de las extremas
desigualdades sociales heredadas del antiguo régimen.
Numerosos analistas estiman sin embargo que el ejército, columna vertebral
del sistema desde la caída de la monarquía y que posee un patrimonio económico
considerable, seguirá siendo en la práctica un actor importante.