sábado, 12 de mayo de 2012

Dilma Rousseff limpia gobierno en Brasil

NOTICIA-INTERNACIONAL/ALTAR AL DIA 


CIUDAD DE MÉXICO.- A sólo un año cinco meses de que iniciara el mandato de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, docenas de funcionarios públicos de primer nivel entre ellos ocho ministros de su gabinete han renunciado o fueron despedidos de sus cargos, algunos de ellos por acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito. Entre los que se encuentran el ex jefe de gabinete, Antonio Palocci; el ex ministro del Trabajo, Carlos Lupi; el ex titular de transportes, Alfredo Nascimiento; el ministro de Agricultura, Wagner Rossi; y el de Deporte, Orlando Silva.
Para la mandataria brasileña, la cual desde el inicio de su gobierno ha enarbolado una lucha contra la corrupción, este combate, se ha presentado como una carrera contra la paciencia por la cual ha tenido que asumir varios costos políticos, entre ellos una advertida crisis dentro de su gobierno de coalición.
En entrevista con Excélsior, el politólogo brasileño y editor de la revista política Estrategia y Análisis, Bruno Lima Rocha, opina que tal desajuste político poco tiene que ver con las medidas tomadas por la Presidenta en contra de la corrupción, y asegura que son el resultado de los fenómenos típicos de un Estado con distintos niveles de control: “lo que hay es una relación muy tensa entre el Ejecutivo y el Parlamento, no veo cruzada y sí una herencia de alianzas que ella mismo ayudó a construir y un pragmatismo político que lleva a límites muy peligrosos”.
Actualmente Brasil es la sexta economía mundial y fue definida por el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el principal motor de desarrollo para América Latina. Sin embargo, de acuerdo con el Índice de Desarrollo Democrático de América Latina (IDD-LAT), la percepción de la corrupción en ese país recibió la calificación más baja en 2011 en los últimos diez años.
Los escándalos de corrupción de altos funcionarios se han destapado inicialmente en la prensa brasileña y continúan en procesos de investigaciones en el gobierno, por ejemplo, Pedro Navais, ex ministro de Turismo, quien presentó su renuncia después de ser acusado por la prensa de utilizar recursos públicos para gastos domésticos.
En entrevista con este diario, el analista político y coautor del informe anual del IDD-LAT, Jorge Arias, y el ministro y consejero económico de la embajada de Brasil, Juliano Feres, coinciden que el estilo de gobernar de Dilma hace que actúe de inmediato ante alguna acusación de irregularidades con cualquier funcionario de su gobierno, contrario a su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva.
“Lula es un tipo muy conciliador, de mucha habilidad política, yo nunca vi una persona o un grupo de personas que fuera recibido por el presidente y no saliera sonriendo, aunque a veces les decía cosas duras. ¿Qué pasaba cuando había ese tipo de escándalos? Lula no era una persona que enseguida cortara, él dejaba que la investigación corriera su trámite normal y mientras no hubiera nada definitivo o conclusivo, él políticamente abrazaba y protegía a su asesores”, aseguró el diplomático que trabajó de cerca con el ex presidente durante su mandato.
“Para Dilma, si la prensa revela algo y hay investigación, pues ya no tienes la capacidad necesaria para seguir como ministro o como autoridad de gobierno del más alto nivel y eso no pasaba con Lula”, afirmó Feres y agregó que el ex presidente difícilmente confrontaba a funcionarios y grupos políticos para poner ultimátum: “A Dilma no le interesa si hay investigación o cómo van éstas, ella elimina a las personas”.
Otra de las cuestiones por las que se han presentado denuncias de irregularidades contra los ministros han sido los desvíos de capital destinados a obras y programas para la Copa Mundial a celebrarse el 2014, como es el caso de Mario Negromonte, ministro de Ciudades, señalado por anomalías en el proyecto de movilidad urbana calculado para la justa deportiva. Lo que hace preguntar a expertos si dicha cruzada ética de Dilma se debe al control de flujo de capital entre el sector privado y el Parlamento.
“Los acusados sostienen que en realidad lo que han hecho es faltar a algunas reglas formales para acelerar los trabajos que son necesarios para el 2014. Lo que ella (Dilma Rousseff) responde es que es necesario ser eficaces y acelerar las obras, pero cumplir con las leyes. Además de que para ella un funcionario sospechoso, sale del gobierno”, compartió para Excélsior, Jorge Arias.
Cabe recordar que la próxima celebración de la Copa Mundial y los Juegos Olímpicos, en 2014 y 2016 respectivamente, mantienen en el foco de la atención mundial al país sudamericano.
Tensión en el gobierno de coalición
Ya existen señales de serios desacuerdos e incluso crisis política en Brasil debido a que estos despidos han afectado los espacios de poder de los partidos que integran el heterogéneo gobierno de coalición encabezado por Dilma.
“Si hay crisis en la coalición, esta no es ni moralista y aún menos ideológica, el problema es como dicen los politólogos estadunidenses, de pork barrel –cuando los cerdos se codean para disputar la comida–; hay que ver que de los ocho funcionarios de alto nivel que salieron, sólo uno, Nelson Jobim, quien era ministro de la Defensa, salió por declarar haber votado en José Serra (candidato socialdemócrata opositor de Dilma Rousseff en las elecciones presidenciales). Los otros siete fueron por escándalos e investigaciones federales”, declaró Lima Rocha para este periódico.
Las disputas políticas entre el parlamento y Dilma, ya estaban tensas desde que, a pocos meses de iniciado su gobierno, se redujo el presupuesto del Congreso brasileño a 30 mil millones de dólares del presupuesto de 2011. Medida que recayó sobre los denominados “fondos discrecionales”, manejados tradicionalmente por los partidos políticos y enfureció a los partidos de la coalición del gobierno acostumbrados a el manejo de recursos con pocas restricciones.
“Hay quienes sostienen que Dilma está haciendo esto en realidad para liberarse de estructuras políticas que heredó del ex presidente Lula para construir su propio espacio de poder a partir de su imagen. Esta cruzada anticorrupción es una pelea complicada para Dilma y también para los dirigentes que se oponen”, comentó Jorge Arias.
El gobierno de coalición fue heredado a la Presidenta por su antecesor Lula de Silva, y está formado por 22 partidos, entre los que se encuentran: el Partido de los Trabajadores (PT) con 88 diputados, al que pertenece Dilma; el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD), con 79 escaños; el Partido Socialista Brasileño (PSB) que consiguió 34. Recientemente el Partido de la República (PR) anunció su ruptura con la coalición debido al malestar generado por dichos acontecimientos.
Según el analista político, este conglomerado de partidos: “es una coalición tejida artesanalmente en su momento por el ex presidente Lula. Claramente estas cuestiones que ponen en debate y discusión el reparto de poder, están muy trabajosamente armados durante las campañas electorales y el hecho de expulsar a un ministro significa todo un reacomodamiento”.
A pesar de todas estas disputas políticas, la sociedad brasileña ha estado demostrando su respaldo a la Presidenta, incluso el último de los sondeos de aprobación revelaron que 77 por ciento de la población se encuentra conforme con las decisiones y accionar de la mandataria, superando incluso los niveles de aceptación obtenidos por el ex presidente Lula, en el mismo tiempo de mandato. Dato que, para Jorge Arias, es relevante y revela otra de las causas por las que el gobierno se encuentra “crujiendo, en estos momentos está contraponiéndose la antigua corporación política de dirigentes partidarios con una Dilma que tiene una alta estima en la consideración pública brasileña”.
Lima Rocha apuntó que “la Presidenta es honesta y capaz, pero muy pragmática, ha aceptado gobernar con la misma gente que gobernó junto a Lula y que también fue base de apoyo de los dos gobiernos de Fernando Henrique Cardoso, aunque reiteró que no se deben confundir las relaciones de la base de gobierno y sus tejes y manejes políticos con la cruzada contra la corrupción”.