NOTICIA-ESTATAL/ALTAR AL DIA
La misma gente indignada, en venganza, se encargó de saquearla, desmantelarla y destruirla y quedó como si tuviera mucho tiempo abandonada.
HERMOSILLO, SON.- A dos días de ocurrido el triple homicidio en la colonia Insurgentes, la casa el militar Julio Hernández Cabrera, quien dio muerte a tres mujeres e hirió a una bebe de siete meses, la casa de este luce como si nunca hubiera sido habitada.
La misma gente indignada, en venganza, se encargó de saquearla, desmantelarla y destruirla y quedó como si tuviera mucho tiempo abandonada.
Sobre el inmueble los habitantes del sector descargaron la ira que les provocó el hecho de que Julio Herrera matara a balazos la madrugada del pasado lunes a Rebeca, Yesenia, Mayra, y dejara huérfana y herida a la pequeña Zohemí, de 7 meses, ya que pintaron las paredes con colores negro y azul además de dejar en desorden las habitaciones.
Puño ensangrentado "Perversas asesinas" era uno de los letreros que se observaban en uno de los muros de la vivienda rodeados de manchas sin forma, los vidrios estaban rotos y sobre el piso había varias prendas tiradas, el porche se mostraba sucio y desordenado y las puertas ya no existían.
Un hombre que sostenía una botella de alcohol de la que había tomado unos tragos se acercó a una ventana y enojado por lo ocurrido aquella noche lanzaba piedras a la casa.
"Asesinos, asesinos malditos", eran los gritos que lanzaba, las piedras se le terminaron y continuó descargando su furia sobre la vivienda utilizando sus puños, que sangraron al romper una ventana.
Vecinos que estabana en el funeral de Rebeca y Yesenia mencionaron que alrededor de las 13:00 horas personal militar llegó al mencionado domicilio e ingresaron para sacar los uniformes de Julio y José Guadalupe, otro de los detenidos que también es soldado.
Celebran sus XV años Más temprano por la mañana Mayra Patricia, quien en agosto del año entrante hubiera cumplido 15 años, había sido sepultada en el Panteón Municipal, pero una noche anterior sus vecinos le organizaron una fiesta de XV años para lo cual le pusieron el tradicional vestido de quinceañera.
Una rocola amenizó lo que hubiera sido una alegre fiesta pero que en vida era el deseo de Mayra Patricia , por lo que las calles aledañas se llenaron de sus seres más cercanos para recordar la existencia de una joven que se vio segada por las balas del arma de Julio Herrera.
Entre llantos y lamentos Caras largas y confusas se podían ver a en la calle Granados, nadie podía entender como de un pleito entre vecinos se pudieran perder tres vidas y que una pequeñita de apenas siete meses, quien todavía no comprende los conflictos, haya quedado en la orfandad.
Dos carrozas fúnebres se enfilaron sobre la vía pública, los llantos y lamentos siguieron los ataúdes de Rebeca y Yesenia para acompañarlas a una ceremonia religiosa y después a lo que sería su último lugar de descanso.