CIUDAD DE MÉXICO.- El deceso del obispo Samuel Ruiz García cerró un capítulo fundamental de la historia contemporánea de México, señaló la Arquidiócesis de México.
Su sucesor en la Arquidiócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, resaltó las cualidades del 'tatic' al haber sido incansable promotor de la justicia social, de la opción preferencial por los pobres, de la inculturación de la Iglesia, la teología india y la reconciliación entre las comunidades.
A través de la página electrónica del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), refirió que el 25 de enero de 2004 el obispo Ruiz García dirigía una carta sobre el neoliberalismo y sus consecuencias en México y el mundo.
El texto, firmado por el secretario del Consejo de Analistas Católicos de México, Guillermo Gazanini Espinoza, señaló que a pesar de estar en la condición de emérito, desde la Iglesia y en la Iglesia, sentía la responsabilidad de ser la “voz de los pobres”.
Lo anterior, luego de haber constatado tristezas, angustias, dolores, alegrías y esperanzas del pueblo, y demostraba su fe por una etapa nueva de la humanidad.
El documento expuso que Ruiz García creía que el neoliberalismo era una oportunidad en la historia; “sin embargo, sus aspectos negativos se han ensañando con los pobres y recrudeciéndose han agudizado la desigualdad económica que profundizó la injusticia”.
En lugar del bienestar y la prosperidad ha prevalecido la frustración, la exclusión y la muerte para la mayoría de los pueblos.
La globalización neoliberal, a juicio del emérito de San Cristóbal, tiene en sí las contradicciones que lo conducen a su muerte irremediable: la explotación del medio ambiente y la disposición abusiva de los recursos naturales.
El texto apuntó que el obispo no dudó en decir que el sistema neoliberal imperante es “genocida” al destruir las condiciones de vida y de la dignidad humana, amenazando la supervivencia de las generaciones futuras, sofocando las razones de vivir para muchos desposeídos, operando como “un rodillo compresor de los valores, culturas y espiritualidad”.
Las consecuencias nefastas del neoliberalismo pueden ser revertidas por la organización y la capacidad de los pueblos que interpelan a la solidaridad y a la justicia, consideraba el prelado.
“La apatía generalizada de la población quedó en el pasado. Existe ahora un potencial esperanzador que se va aglutinando, consciente de su responsabilidad histórica”, refirió.
Lejos de situarse en el pesimismo, el obispo habló de una esperanza verdadera que anima a todos los hombres y mujeres a aguardar el día que viene después de la madrugada oscura.
Don Samuel Ruiz animó a trabajar incansablemente por establecer la justicia para consolidar una paz inalterable y duradera donde la participación de todos haga posible la construcción de otro mundo, donde impere el bien común y esta nueva forma de ver las cosas anime a creyentes y quienes no lo son a colaborar con Dios.
El texto de la Arquidiócesis de México refirió que Samuel Ruiz ha dejado de luchar. “Ahora se encuentra en el cielo, gozando de la presencia de Dios y de la verdad de las bienaventuranzas anunciadas en el Evangelio”.
“Que su testimonio no sea usado en beneficio de discursos políticos oportunistas, demagogias y populismos”, agregó el documento