Carta de una madre soltera a Peña Nieto
Enrique Peña Nieto:
Le escribo esta carta porque supuestamente usted está a cargo del país y trabaja para los mexicanos. Me imagino que debe ser casi inevitable estando una vez en el poder perderse en él y olvidar las razones por las que se está ahí y, sobre todo, por quiénes. Yo no voté por usted, nunca votaría por el PRI, pero aún así soy mexicana y usted es mi presidente, por lo mismo considero que tengo derecho a escribirle y exigirle un verdadero cambio en el país.
Tengo 32 años. Laboralmente ya soy considerada una persona vieja aunque claro que no lo soy. Como muchísimas mujeres en este país los cuidados y la manutención de mi hija de 6 años -quién tiene autismo- recae completamente en mí, porque como tantos hombres mexicanos, y para muestra el Ministro de la ¡ja! Suprema Corte de Justicia de la Nación, el papá de mi hija no considera que deba preocuparse por eso, vamos, que no considera que sea su responsabilidad.
Vivo al día, preocupada constantemente por los recibos a pagar, por el temor a que se roben a mi hija, o que secuestren y maten a cualquiera de los que amo. Me angustia criarla en un país en el que la vida de una mujer no vale nada, en la que los feminicidios ya son la nota de “cajón” en los medios, en el que la trata de blancas es uno de los negocios más lucrativos del país. Me preocupa ver que cada día me alcanza para menos, o cómo pago los servicios. Mi refri está vacío siempre porque compro la comida para el día.
Trabajo por un sueldo que sólo me alcanza para ponerle gasolina al coche y trabajo medio tiempo nada más porque las guarderías son carísimas -y porque la guardería ABC nos demostró que nadie protege a nuestros hijos, además de que una vez muertos a nadie le importa.
Por la tarde intento arrancar un negocio propio de talleres para niños con autismo, vendo material didáctico y de neurorehabilitación, tengo una página de Internet en la que hablo de los derechos de las mujeres con la ilusión de crear un poco de conciencia en un país de misóginos, y también lucho por los derechos de las personas con discapacidad. Ah, y adopté a dos perros callejeros que ya son miembros de mi familia.
Como ve, no soy el estereotipo que tienen de nosotros en muchos países: del mexicano que sólo bebe, roba y se queja (aunque a quién lo haga con esta realidad ni como criticarlo). Hago lo que puedo, duermo entre 3 y 4 horas diarias por el estrés y por pensar qué más puedo hacer para salir de esto. Me angustia muchísimo el tema de los transgénicos y la obesidad y el cáncer. Me preocupa, pero vaya, es más barato comer con refresco y tortillas, y llena más, aunque claro que me encantaría poder comprar esas verduras orgánicas que venden en el súper, pero que son carísimas, y sí, muchas veces me voy a dormir con hambre o visito a alguien para poder comer en su casa porque ya no me alcanzó para más.
Planeo llevar a mi hija al pediatra o al dentista como antes se planeaba una boda, con muchísimo tiempo de anticipación para ir tratando de juntar el dinero. Y ya se imaginará en caso de que nos enfermemos: o auto recetarnos o visitar al médico de farmacias Similares, que por si usted no lo sabe cuesta $25 pesos la consulta. Y con todo esto ¿qué cree? No soy lo que en este país se considera una persona pobre. Vivo en un departamento muy lindo y tengo un coche que me dio mi papá porque, obvio, yo nunca podría pagar algo así. Pertenezco a los muchísimos mexicanos de mi generación que tienen que ser ayudados por sus papás porque si no, no sobrevivimos. Mis papás me ayudan y apoyan en lo que pueden en lugar de disfrutar el que ya no tengan hijos chiquitos de los cuales encargarse. Me avergüenza esto y el que mi hermana me tenga que prestar dinero constantemente, pero ¿sabe qué? No tengo opción.
Yo me pregunto: si así vivo yo, como vivirá quién no tiene un techo o un refri aunque sea vacío, quién su familia está igual o peor y no puede ayudarlo, quién no puede aspirar a ir con el Dr. Simi, quién vive en el norte del país y su ex marido no sólo es un desobligado sino además es miembro de algún cartel y la puede matar.
No me diga que tenemos instituciones que nos pueden ayudar porque aquí entre nos sabemos que es nada más porque suena bonito, pero a mí ninguna institución de gobierno me ha ayudado nunca, al contrario.
En fin. Afortunado usted y sus hijos que nunca tendrán que preocuparse de nada de esto. Sólo le pido que cuando esté apunto de subir más la gasolina, cuando las madres de los miles de desaparecidos lo quieran ver, cuando los padres de la guardería ABC le pidan justicia, pues que se acuerde que si bien no todos tenemos la misma suerte que usted, si dependemos de que usted haga su trabajo, el cual nosotros pagamos.
Saludos y gracias Presidente.
Alejandra Moreno.
Estado de México.
31 de mayo de 2013