viernes, 28 de octubre de 2011

Cuauhtémoc Cárdenas: son insoportables la pobreza y la violencia

NOTICIA-NACIONAL/ALTAR AL DIA

CIUDAD DE MÉXICO.- “Éste no es el México que la mayoría de los mexicanos queremos, y éste no es ni puede ser el destino fatal de nuestra patria”, aseguró Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ante el presidente Felipe Calderón, al referirse a “una sociedad con profundas desigualdades, incremento de la pobreza, desempleo elevado, bajo crecimiento económico y aumento de la delincuencia organizada”.
Al recibir la presea ante el presidente Felipe Calderón y representantes de los Poderes, Cárdenas Solórzano afirmó que la violencia y la desigualdad que privan en México resultan insoportables e inadmisibles, generan tensión y elevan los riesgos de descomposición y atraso.
Desde la tribuna del Senado, y al agradecer la distinción de la Medalla Belisario Domínguez, Cárdenas Solórzano pidió el retorno de las Fuerzas Armadas a los cuarteles, porque “no deben seguir expuestas a riesgos derivados de una función que no les corresponde”, sino que es necesario “fortalecerles como el cuerpo que resguarda y garantiza la integridad de la nación”.
Recordó que “el combate a la criminalidad organizada debe librarse por un cuerpo específicamente creado y preparado para ello, al que debiera evaluarse y supervisarse por medio de mecanismos externos de carácter civil”.
El fundador del PRD dedicó la presea a todos los mexicanos que han luchado por el cambio democrático, en especial a quienes murieron entre 1988 y 1997, cuyos asesinatos “permanecen impunes casi en su totalidad”.
Cárdenas estuvo acompañado por sus hijos Lázaro, ex gobernador de Michoacán, Cuauhtémoc y Camila, así como por su esposa, Celeste Batel.
El presidente Felipe Calderón, quien fue testigo de la entrega de este reconocimiento, llegó con su esposa, Margarita Zavala, y con el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora.
Cuauhtémoc Cárdenas destacó que el cambio empieza con la voluntad política de los funcionarios y las instituciones responsables de las decisiones en materia de política del Estado. “Hoy el pueblo de México en mayoría reclama recuperar las condiciones para desarrollarnos en democracia, porque, repito, la democracia no es sólo la electoral, en la que ciertamente se ha avanzado, aunque debe avanzarse todavía más”.
Propuso una nueva política económica, reforma fiscal, reforma laboral, pero no la que “demandan sectores retrógrados sólo en la flexibilización para facilitar el despido”; seguridad social universal, acceso al cuidado de la salud, pensión y seguro de desempleo.
Advirtió que “las formas de combate a la delincuencia se han mostrado insuficientes, no basta con el enfrentamiento directo, no basta con el descabezamiento de bandas y las múltiples aprehensiones de delincuentes que de inmediato recrean nuevos liderazgos y reconstruyen sus fuerzas, ni pensar que la delincuencia es un fenómeno autónomo sin ligas con lo económico, lo financiero, lo político, lo social o lo internacional, y la democracia; la seguridad y la justicia son asuntos de la autoridad civil.
“(…) Las Fuerzas Armadas, por lo tanto, no deben seguir expuestas a riesgos derivados de una función que no les corresponde, y fortalecerles como el cuerpo que resguarda y garantiza la integridad de la nación. Un combate eficaz contra la delincuencia entraña un combate igualmente eficaz y decidido contra la corrupción e impunidad.”
Cárdenas instó a los partidos políticos y a los aspirantes presidenciales a abrir un diálogo para identificar coincidencias respecto de lo que debe hacerse hacia adelante. También los convocó a definir si consideran que “es destino ineludible seguir en el tobogán por el que ha estado resbalando el país en los últimos tres decenios”.
La presea reunió a los contrarios
Belisario Domínguez reunió ayer el pasado y el presente político del país.
Hace 40 años, Lázaro Cárdenas y Luis Calderón fueron adversarios irreconciliables. Ayer, sus hijos, Cuauhtémoc y Felipe, estuvieron hombro con hombro y no se escatimaron saludos, aplausos y reconocimientos; se dispensaron amabilidad, aunque sólo cruzaron palabras unos instantes en la sesión para otorgar la Medalla Belisario Domínguez.
Presencias que hicieron del salón de plenos en Xicoténcatl el encuentro del pasado y el presente político del país, pues además de Felipe Calderón, quien es hijo de Luis Calderón, uno de los fundadores del PAN, que nació para oponerse al socialismo del entonces presidente Lázaro Cárdenas, también estaba el senador panista Alejandro González Alcocer, hijo de otro de los fundadores de Acción Nacional, Manuel González Hinojosa.
Ahí estaban los herederos del periodo revolucionario de este país; los herederos de dos expresiones políticas que fueron irreconciliables durante años.
Pero también hubo otros tres encuentros significativos.
En 2000, Francisco Labastida Ochoa y Cuauhtémoc Cárdenas fueron adversarios políticos como candidatos presidenciales. Ayer, el senador Labastida formó parte de la comitiva de recepción de Cárdenas, a quien el Senado honró con la Medalla Belisario Domínguez.
Cárdenas fue ovacionado, de pie, por quienes fueron sus correligionarios durante décadas y hasta 1987, cuando rompió con ellos en su lucha por la democracia y por la cual ayer fue reconocido: los priistas.
Además, Felipe Calderón y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, se encontraron en la develación del Muro de Honor y se dieron la mano.
Y justo la ceremonia solemne para conferir la presea al fundador del PRD fue un retorno al pasado inmediato del mismo Senado, pues los legisladores trabajaron en su tradicional sede de Xicoténcatl; dejaron en el olvido, al menos por unas horas, su moderno edificio de Reforma e Insurgentes. De hecho fue el tema de un breve diálogo.
—A ver si aquí ya sueltan la Ley de Ingresos… Nosotros la aprobamos en cuatro horas —le comentó Emilio Chuayffet, presidente de la Cámara de Diputados al presidente Felipe Calderón, al concluir la guardia de honor ante la estatua de Belisario Domínguez.
—Ya lo vamos a hacer aquí —respondió Francisco Arroyo, vicepresidente del Senado de la República.
—Ah. ¿Se van a quedar aquí? —preguntó Felipe Calderón a Arroyo
—Sí, y hasta terminar, pero corremos un fuerte riesgo —añadió Arroyo.
—¿Cuál? —interrogó el Presidente de la República.
—Pues el que no queramos regresar allá, a la nueva sede —dijo el senador, y los tres soltaron la carcajada.
Xicoténcatl fue así escenario de encuentros y de buenos ánimos, tantos que hasta la estricta vigilancia del Estado Mayor Presidencial se desestabilizó por unos instantes cuando, de forma inédita, el presidente Felipe Calderón decidió quedarse unos instantes en el histórico patio central de la vieja casona, para platicar con todos quienes se acercaron a él.
Besó decenas de mejillas, tomó decenas de manos, dialogó por unos instantes con Manlio Fabio Beltrones y Carlos Navarrete; luego, en el camino se encontró a la perredista Josefina Cota, a quien escuchó con mucha atención, mientras los integrantes del EMP hacían malabares para no empujar, no lastimar a nadie, y al mismo tiempo permitir el acercamiento al mandatario federal.
También habló con los priistas Rogelio Rueda, Raúl Mejía, Melquiades Morales, y por poco y no ve a Fernando Castro Trenti, quien se hizo un espacio entre Rueda y Morales para extender la mano al Presidente de la República.
Un mandatario federal relajado, que en la tribuna del Senado platicó constantemente con el presidente en turno, José González Morfín, y tomó dos cafés, mientras el perredista Carlos Navarrete hacía la presentación oficial de Cuauhtémoc Cárdenas y el mismo Cárdenas ofrecía su discurso de agradecimiento.
Fue el encuentro del pasado y el presente; el encuentro de la derecha y la izquierda histórica del país, con notables ausencias como la de Ricardo Monreal Ávila y Rosalinda López, ambos senadores muy cercanos a Andrés Manuel López Obrador.