MÉXICO,D.F.-Josefina Vázquez Mota, Coordinadora de los diputados federales de Acción Nacional
Su trayectoria en el servicio público empezó en 2000, cuando en su mundo la prioridad eran las regalías de su best seller y las conferencias de superación personal. En la última década, sin embargo, ha desafiado los obstáculos de género para escalar hasta los primeros niveles del poder, enfrentando incluso a personajes del peso de la lideresa sindical Elba Esther Gordillo. Hoy tiene la mira puesta en Los Pinos
CIUDAD DE MÉXICO, 15 de febrero.- Vicente Fox sacó la pequeña grabadora para registrar el nombre de la mujer que de último momento el coordinador Felipe Calderón sentó a su derecha, en la comida con los diputados del PAN.
Pero al Presidente electo se le olvidó cómo se llamaba la economista que, según le contó, había llegado a San Lázaro sin ser panista, como candidata externa.
Ya en su oficina de Las Lomas, Fox le pidió a Ramón Muñoz que averiguara de quién se trataba. Pronto le reportó: “Es Josefina Vázquez Mota, tiene 40 años, casada, con tres hijas pequeñas y es autora de uno de los libros más vendidos ahora en Sanborns, Dios mío, hazme viuda, por favor.
El guanajuatense volvió a la grabadora para no olvidar más el nombre e instruyó a su hombre de confianza que los head hunters la incluyeran en el gabinetazo. “Me gusta para secretaria de Desarrollo Social”, comentó.
Se inició así, en noviembre de 2000, una de las más vertiginosas trayectorias femeninas en la administración pública mexicana, ahora enfilada a la carrera presidencial.
Convertida en la primera mujer que, en la historia nacional, presenta posibilidades reales de participar en la contienda hacia Los Pinos en 2012, la actual coordinadora de los blanquiazules en San Lázaro ya ventiló abiertamente sus expectativas de ser considerada en la interna del partido en el poder.
Con las mejores calificaciones de los panistas en el populómetro, tanto por su desempeño (5.7 en octubre anterior) como por el conocimiento entre la población (46%) y los niveles de aceptación (48% tienen una opinión favorable, mientras sus negativos suman 23%), Vázquez Mota buscará sacar ventajas entre los panistas de su condición de no consentida de Los Pinos.
Y si bien cuida de no caer en el antipriismo para proyectarse como una política conciliadora e incluyente, que sabe dialogar, también capitalizará el hecho de haberse opuesto a los afanes hegemónicos de la otrora aliada del presidente Felipe Calderón, Elba Esther Gordillo, la lideresa magisterial que ha vuelto a los nichos del PRI.
“Me gustaría seguir caminando México, me gustaría elaborar o construir esperanza y aliento”, reconoció en diciembre pasado.
A partir de esa declaración, Vázquez Mota comenzó a trabajar abierta y deliberadamente por una candidatura que requerirá del aval y respaldo de Calderón, quien la cobijó en el comienzo de su currículum político, hace 10 años, construyendo desde entonces una cercana relación, no exenta, sin embargo, de diferencias de fondo, las mismas que hace dos años culminaron en su salida de la Secretaría de Educación Pública, lo que representa el principal tropiezo de su hoja de vida pública.
Hasta la Semana Santa de 2009, cuando en Los Pinos cedieron a las presiones de Gordillo, quien reclamó su cabeza, la entonces titular de la SEP traía consigo un decenio de avances, muchos de éstos auténticos saltos para una mujer que hasta 1999 no era más que una exitosa conferencista.
“Espero que estés sentada, porque vas encabezando la plurinominal”, le informó Carlos Medina Plascencia, el entonces coordinador electoral blanquiazul, quien por ser amiga de la familia la coló en las listas.
Al sí del partido siguió el de su esposo, al convencerlo de la aventura.
“Si no resulta, me regreso a Chihuahua. Pero quiero probarme”, alegó.
Vino pronto el sí de Calderón, entonces jefe de la bancada en la 53 Legislatura. Reacio a los advenedizos en su partido y fiel representante del panismo histórico, tenía sólo 20 días de conocerla cuando la hizo responsable del área económica de la diputación y su representante en la negociación con los burócratas que aquel diciembre de la transición exigían conservar el tradicional bono sexenal.
Rápido despuntó frente a los reflectores y obtuvo el sí de Fox, porque hablaba bien, sabía comunicar y se moría en la raya para convencer.
Aunque todos los pronósticos de las novatadas la incluyeron, por su cero experiencia en la administración y sus vínculos con el empresariado conservador, para el que había trabajado como promotora de la superación personal, la titular de la Secretaría de Desarrollo Social despuntó como interlocutora de los experimentados gobernadores priistas y fue consiguiendo el sí de funcionarios, académicos, intelectuales y comunicadores de signo progresista, de los que se hizo rodear, hasta sustituir el equipo original, que respondía a cuotas de la llamada derecha.
Encargada de 2000 a 2005 de duplicar el padrón del programa heredado del régimen priista, Vázquez Mota remozó el Progresa como Oportunidades, armó un blindaje internacional que lo calificó como plan de vanguardia y certificó haber reducido en 30 por ciento la pobreza.
Se afilió al PAN y, sin romper con el empresariado ni con su jefe, tuvo el olfato y la audacia de marcar distancia con Marta Sahagún, impidiendo que usara la Secretaría.
Ese “no” le dio réditos cuando la primera dama cayó en desgracia y le abrió la puerta a un nuevo “sí” de Calderón, cuando Los Pinos la designó su enlace, una vez que el candidato panista pactó a finales de 2005 con Fox que sumarían fuerzas para impedir el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
Tomó el rol de coordinadora política de la campaña, si bien lo suyo era acercar al aspirante presidencial con los empresarios, pues en la práctica los hilos de aquel cargo eran de Juan Camilo Mouriño, quien junto con su equipo nunca dejaron entrar a Josefina al primer círculo del abanderado presidencial.
Con ese handicap sobrevivió hasta la conformación del gabinete de Calderón, quien no le dio entrada a sus aspiraciones de ocupar la Secretaría de Gobernación y la envió a la SEP, donde ella trazó una ruta para presionar a la lideresa del SNTE en el cumplimiento de la Alianza por la Educación y romper el esquema clientelar del sindicato.
Una anécdota revela la rudeza que alcanzó aquel difícil trato: en diciembre de 2008, Vázquez Mota le regaló al diputado perredista Tonatiuh Bravo Padilla el llavero de una Hummer, en alusión a la docena de camionetas que Gordillo había repartido a sus fieles.
En el juego de vencidas que ambas protagonizaron, la funcionaria probó golpear a la lideresa decretando la muerte del reparto de plazas en la Secretaría de Educación Pública y, entre otras tácticas, ninguneó a su yerno, el subsecretario de Educación Básica, Fernando González.
Elba Esther armó una contraofensiva que halló eco en un nuevo negociador, el todavía titular de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Y ganó.
Pero como Vázquez Mota ya era en esos días la secretaria con mayor popularidad del gabinete, Calderón aprovechó su baja para enviarla como futura coordinadora de los diputados blanquiazules.
En el anuncio oficial de su despedida, vista como un sacrificio, Vázquez Mota temblaba. Aquella imagen pública, muestra de su inconformidad, la blindó para no aceptar más una imposición en contra de su voluntad, según reveló en diciembre, al reconocer que quiere ir por la grande.
Por eso en todos los tonos se negó a la postulación para el Estado de México.
Aunque sigue sin ser del circuito íntimo del Presidente, a diferencia del primer trienio —en que le pedía en público que se pusiera las pilas y, en los funerales de Mouriño, destacó que los arreglos importantes con el magisterio fueron del desaparecido campechano—, Calderón actualmente asume que tiene en ella a una valiosa y capaz operadora legislativa.
Y en lo que ya se asoma como un posible nuevo sí del mandatario a la futura batalla de Josefina, ha dicho que en 2012 su sucesor puede ser una mujer.
Con fuerza de convocatoria
Aunque su cumpleaños fue el 20 de enero, Josefina Vázquez Mota lo celebró el sábado pasado con un coctel, en el Club de Industriales, al que acudieron unos 400 invitados. El festejo fue muestra de la diversificada interlocución de la coordinadora panista: desde la lideresa del PRI, Beatriz Paredes, hasta el rector de la UNAM, José Narro, pasando por los secretarios de Hacienda, Ernesto Cordero; de Educación, Alonso Lujambio; del Trabajo, Javier Lozano; de Gobernación, Francisco Blake, y de Energía, José Antonio Meade. En el llamado “destape de mis 50 años”, estuvieron también Luis H. Álvarez y el secretario particular del Presidente, Roberto Gil