Tras la tormenta invernal de ayer, miles de pasajero aéreos permanecen varados y más de 400 mil familias se quedaron sin electricidad
WASHINGTON.- La hora punta de la mañana a lo largo y ancho de la costa nororiental estadounidense volvió a resonar el jueves con el rugido de las máquinas quitanieves y las gestiones y sudores de la población para llegar al trabajo, después que una nueva tormenta invernal dejara caer más de 30 centímetros (un pie) de nieve en algunas zonas.
La tormenta comenzó el miércoles con una mezcla de hielo y lluvia pero durante la noche dio paso a una copiosa nevada que el intenso viento arremolinó en algunos lugares hasta alcanzar más de un metro de altura (4 pies), dejando atascados a miles de pasajeros aéreos y dejando sin electricidad a más de 400 mil clientes en la capital estadounidense.
Las escuelas públicas cerraron el jueves por segundo día y los conductores fueron advertidos del peligro que representan las carreteras cubiertas por el hielo.
La nieve obligó a clausurar el jueves dos de los principales aeropuertos neoyorquinos y las zonas aledañas. El de Newark, Liberty International, es posible que vuelva a funcionar a partir del mediodía y el de Kennedy hacia las 10 de la mañana, según la página de internet de la Administración Federal de Aviación.
Incluso la estatua de la Libertad fue cerrada a los visitantes para poder retirar la nieve que impide su acceso. El tren de cercanías de Long Island, la mayor del país de su tipo, funcionaba con un servicio reducido.
"Es una situación difícil por la mezcla de agua, hielo y nieve", comentó en neoyorquino Miguel Williams mientras paleaba nieve en la Décima Avenida de Manhattan bajo contrato con una empresa que ofrece servicios de limpieza a empresas.
La tarea es tan dura, agregó, que las máquinas quitanieves se averían ante el peso de una nieve extremadamente húmeda y pesada.
Desde el 14 de diciembre ha nevado en ocho ocasiones en la región neoyorquina: un promedio de una nevada cada cinco días, incluyendo la tormenta que dejó medio metro (20 pulgadas) en Nueva York y paralizó el viaje por tierra y aire tras la Navidad