NOTICIA-INTERNACIONAL/ALTAR AL DIA
CABO CAÑAVERAL.- La mañana del 1 de febrero de 2003, el Centro Espacial Kennedy, ubicado en las instalaciones de la agencia espacial estadunidense NASA, recibía informes del comandante del transportador espacial Columbia, Rick Husband, durante su reingreso a la Tierra cuando a punto de que el reloj marcara las nueve horas, la comunicación se perdió repentinamente.
La nave en ese momento se desintegró justo 16 minutos antes de que tocara tierra en la base espacial de Cabo Cañaveral lo que ocasionó la muerte del comandante Husband y los otros seis miembros de la tripulación.
De acuerdo con el equipo del centro de mando en tierra, la última frase que escucharon de la tripulación que comandaba la misión STS-107 fue: “presión de los neumáticos”, después reinó el silencio y más tarde el caos.
A pocos días que se cumplan diez años de la tragedia que marcó el rumbo de las misiones espaciales tripuladas, en distintas latitudes del mundo se rememoran los hechos calificados como el segundo accidente espacial más desafortunado en la historia de Estados Unidos.
Entre los objetivos de la tripulación integrada por Michael Anderson, Kalpana Chawla, David Brown, Ilan Ramon, Laurel Clark, William McCool y el comandante Rick Husband, se encontraba la investigación y experimentación en el espacio que abarcaba campos como la física de fluidos, la biología y por supuesto la astronomía, pero los destacados científicos y aeronautas jamás regresaron a casa.
El equipo de investigación de este accidente explicó en un informe oficial, redactado seis meses después de la fatal fecha, que la causa del desastre se originó luego de que un trozo de espuma se desprendiera del tanque externo del transbordador y dañara severamente el borde del ala izquierda del Columbia, lo que ocasionó una perforación en el escudo térmico.
Lo interesante de esta descripción de los hechos es que las fallas sucedieron durante el lanzamiento y no en la reentrada a la atmósfera, momento en que sucedió el percance, debido a las temperaturas extremas experimentadas durante el reingreso de la nave que terminaron de fundir la estructura de aluminio, en cuestión de pocos segundos y que culminó con una inminente pérdida del control de la nave.
Los restos del Columbia se desintegraron a una velocidad de 60 kilómetros y más tarde fueron encontrados en localidades de Texas, Louisiana y Arkansas, los mismos estados que recabaron testimonios por parte de sus pobladores que aseguraron haber escuchado los estallidos y observar varias estelas blancas sobre el despejado cielo de aquella mañana.
Esta misma investigación dijo que el accidente pudo haberse evitado, debido a que en vuelos anteriores se habían producido desprendimientos de la espuma aislante que provocaron el daño de algunas losetas térmicas, y puesto que nunca ocurrieron daños mayores a la nave el personal de mantenimiento mantuvo una actitud despreocupada ante dicho desgaste.
El informe concluye que “incluso si el equipo de tripulación no hubiera quedado inconsciente o sufrido severos golpes por el movimiento violento de la nave, ninguno de ellos hubiera sobrevivido a la desintegración de la nave”, publicó el periódico británico The Guardian.
La debacle
El desastre ocurrido con el transbordador espacial Columbia fue el segundo accidente de tal magnitud en el programa de misiones espaciales tripuladas en EU, el primero de ellos sucedió en 1986 cuando la nave The Challenger sufrió fallas en un cohete de impulsión durante su despegue, cobrando la vida de seis astronautas y un civil a bordo.
Todo ello motivó a la NASA a cancelar estas misiones al espacio que se caracterizaban por reutilizar los transbordadores, por ejemplo, el Columbia realizó su primer vuelo en 1981 cumpliendo con un total de 28 misiones hasta el día de su destrucción en 2003.
Por más de dos años y medio la flota de transbordadores compuesta por el Discovery, Atlantis y Endeavour, se quedaron en tierra para revisar fallas en su desempeño.
