miércoles, 29 de junio de 2011

El juego, un vicio peligroso



Por: Marcos Fco. López Robles

El vicio del juego ha dejado a miles de personas en la ruina total en el mundo, cartas, dados, ruleta, maquinas traga monedas, han lleva incluso a personas a quitarse la vida, al perder todo su patrimonio, la falta tal vez de espacios de esparcimiento, llevaron a un éxito total en Caborca a las casas de juego, que actualmente están esparcidas por todas partes.



Llenos totales se miran en los casinos, donde acuden los caborquenses a buscar a la Diosa Fortuna, y salir de pobres de la noche a la mañana.


El juego, un vicio peligroso en extremo, la mayoría de los adictos son gente ociosa, que no tienen mucho en que dedicar su tiempo libre de forma más productiva, con tan buena suerte que acuden a estos antros del juego, y ganan, y vuelven a ganar, para después dar paso a una triste realidad, “ya picados”, pierden la noción del tiempo, y es cuando pierden hasta la camisa.


Todo empieza con un mero pasa tiempo, que pronto se convierte en un incontrolable vicio, que los lleva a perder todo lo que tienen, e incluso algunos llegan al grado de robar “para reponerse”, con la falsa idea de después regresar el dinero, al pegar ese “golpe de suerte”.


Los jugadores, se convierten rápidamente en adictos al juego, quienes llegan incluso a dejar familia y trabajo en el abandono, por estar metidos en los casinos jugando. Generándose una situación familiar difícil, ya que el jugador, no acepta estar mal, y regularmente se molesta cuando le dicen que es un jugador compulsivo, esta enfermedad es conocida como Ludopatía.


El vicio del juego es una conducta inadaptada, persistente y recurrente, que altera la vida personal, familiar y profesional del jugador. En nuestra región no existen lugares que apoyen a los jugadores compulsivos, y se tienen que navegar solos, desgraciadamente, muchos de los que abarrotan los casinos desconocen que este vicio es una enfermedad.


A pesar de la aceptación y de la promoción social de la actividad, llamémosle proculturalidad, que genera una imagen de los juegos de apuestas como actividades de ocio, diversión, distracción y asociadas a alegría y fortuna, como si no provocasen efectos en la salud mental de los participantes.


Las autoridades al prohibir que ingresen menores de edad a los casinos, ya aceptan, implícitamente, la peligrosidad de los juegos de apuestas, dejando que solo adultos “responsables” se envicien en el juego.


Siendo el jugador adulto el único responsable del trastorno que padece. Ya en Caborca, hay varias historias de desventura de jugadores compulsivos, que son a la vez más, de aquellas historias de buena fortuna. ¿Recuerde el casino nunca pierde?.


¿Quieres ir a jugar?, mira a tus amigos, no caigas.
Hasta la próxima…