CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua (EFE) — El temor a un ataque armado hizo que el entierro de la asesinada activista mexicana Marisela Escobedo Ortiz tuviera que ser adelantado del martes a este sábado entre fuertes medidas de seguridad.
Escobedo fue asesinada de un disparo por un desconocido el jueves, frente a la sede de gobierno del estado de Chihuahua, en la ciudad del mismo nombre, cuando reclamaba justicia por el homicidio de su hija, ya que el agresor había sido liberado.
La policía escoltó el coche fúnebre con los restos mortales, seguido de más de 50 automóviles de familiares, amigos, activistas sociales y medios de comunicación, en dirección al camposanto.
Durante el sepelio se vieron representantes de ONGs de madres de mujeres muertas y desaparecidas en Ciudad Juárez —más de 500 desde 1993— quienes, con lágrimas, dieron los últimos aplausos a la mujer que luchó durante dos años por esclarecer el asesinato de su hija.
Marisela Escobedo fue descrita como "una luchadora inquebrantable" por miembros de su familia y compañeros activistas, mientras el féretro descendía para ser enterrado.
Los restos de la activista -cuya muerte fue recogida por las cámaras de seguridad de la urbe- descansan ya en el mismo panteón donde hace dos años sepultaron a su hija asesinada, Rubí Marisol Freyre.
Marisela Escobedo había encabezado diversas marchas y protestas en Ciudad Juárez y en Chihuahua para exigir al gobernador que hiciera justicia en el caso del asesinato de su hija.
Sergio Rafael Barraza, presunto responsable del homicidio de Rubí, había sido detenido el pasado 30 de abril, sin embargo fue puesto en libertad al poco tiempo. Las pesquisas de la fiscalía lo relacionan con el crimen organizado, que supuestamente lo oculta en estos momentos.
Esta mañana, la maderería propiedad de la pareja de Escobedo fue incendiada por un comando de hombres armados, que también se llevaron con ellos al hermano del dueño contra su voluntad, sin que se conozca su paradero.
Chihuahua es el estado más violento del país, con más de 3.000 muertos este año, debido a la guerra que mantienen por el control del territorio varios cárteles del narcotráfico.
Escobedo fue asesinada de un disparo por un desconocido el jueves, frente a la sede de gobierno del estado de Chihuahua, en la ciudad del mismo nombre, cuando reclamaba justicia por el homicidio de su hija, ya que el agresor había sido liberado.
La policía escoltó el coche fúnebre con los restos mortales, seguido de más de 50 automóviles de familiares, amigos, activistas sociales y medios de comunicación, en dirección al camposanto.
Durante el sepelio se vieron representantes de ONGs de madres de mujeres muertas y desaparecidas en Ciudad Juárez —más de 500 desde 1993— quienes, con lágrimas, dieron los últimos aplausos a la mujer que luchó durante dos años por esclarecer el asesinato de su hija.
Marisela Escobedo fue descrita como "una luchadora inquebrantable" por miembros de su familia y compañeros activistas, mientras el féretro descendía para ser enterrado.
Los restos de la activista -cuya muerte fue recogida por las cámaras de seguridad de la urbe- descansan ya en el mismo panteón donde hace dos años sepultaron a su hija asesinada, Rubí Marisol Freyre.
Marisela Escobedo había encabezado diversas marchas y protestas en Ciudad Juárez y en Chihuahua para exigir al gobernador que hiciera justicia en el caso del asesinato de su hija.
Sergio Rafael Barraza, presunto responsable del homicidio de Rubí, había sido detenido el pasado 30 de abril, sin embargo fue puesto en libertad al poco tiempo. Las pesquisas de la fiscalía lo relacionan con el crimen organizado, que supuestamente lo oculta en estos momentos.
Esta mañana, la maderería propiedad de la pareja de Escobedo fue incendiada por un comando de hombres armados, que también se llevaron con ellos al hermano del dueño contra su voluntad, sin que se conozca su paradero.
Chihuahua es el estado más violento del país, con más de 3.000 muertos este año, debido a la guerra que mantienen por el control del territorio varios cárteles del narcotráfico.