sábado, 6 de agosto de 2011

La tragedia para los mineros continúa en Chile

NOTICIA-INTERNACIONAL/ALTAR AL DIA

COPIAPÓ,CHILE.- Tras el accidente que hoy hace un año casi les cuesta la vida, los 33 mineros de Atacama han saltado a la fama y han podido recorrer el mundo, pero la tragedia no les ha traído mayor fortuna y, pese a su hazaña, ahora no tienen “dónde caerse muertos”, asegura uno de ellos.
“No tenemos dónde caernos muertos”, dice con rotundidad Pedro Cortés, quien, al hacer un diagnóstico de su situación actual, concluye con un sombrío balance: “Todavía con problemas sicológicos, sin poder dormir, con deudas y sin trabajo”.
Cortés, que con sus 26 años es de los más jóvenes del grupo, se muestra reacio a dar entrevistas porque no le gusta lo que los medios de comunicación dicen de los 33 mineros chilenos, que hoy recordarán con una misa el primer aniversario del derrumbe.
Le disgusta, especialmente, que opinen que se están aprovechando del Estado con la millonaria demanda que interpusieron por la presunta negligencia a la hora de fiscalizar el yacimiento San José, que durante 70 días les mantuvo atrapados en sus entrañas.
Y le molesta, también, que otros piensen que se han llenado los bolsillos con el relato de esta historia, de la que por el momento el mejor regalo que han recibido ha sido la posibilidad de volar lejos de Chile, invitados a Estados Unidos, Grecia, Inglaterra o Israel.
Esas escapadas a otros mundos son lo mejor que Cortés rescata de este año, marcado por los altibajos emocionales.
“Los viajes son lo único bien que me han hecho, porque la unión familiar se perdió por el aspecto sicológico. Mis padres y mi hija no han tenido tratamiento, entonces todavía hay tensión, nos estresamos por cualquier cosa”, explica.
Tras la traumática experiencia de permanecer atrapados bajo tierra, los mineros estuvieron en tratamiento sicológico, pero casi todos, incluido él, recibieron ya el alta médica, aunque eso no sea garantía de estabilidad emocional.
“Aún hay siete con licencia, pero si le hacen un examen sicológico a los 33, ninguno está bien de la cabeza, así que no sé qué alta le llaman”, señala escéptico. “El problema en la mente y en el corazón todavía sigue”, advierte.
Mientras su cuerpo reacciona aún ante los efectos de un cautiverio involuntario, él ocupa su mente en estudiar mantención eléctrica, pese a que la falta de ingresos se ha traducido en una creciente deuda para pagar los cursos.
Sobre la relación con sus compañeros, que ha dado para especular con posibles roces y alejamientos, Cortés considera es “buena, igual como era antes”.
“No éramos los mejores amigos, pero seguimos como compañeros. Somos 33 mentes diferentes, 33 maneras de pensar diferentes”, recuerda.
Con ellos se volverá a encontrar hoy, en una ceremonia ecuménica en una iglesia de Copiapó, a 800 kilómetros al norte de Santiago, en pleno desierto de Atacama, para recordar que hace un año la tragedia dio paso a la esperanza.

La mina olvidada
De aquella ciudadela que llegó a albergar a casi tres mil 500 personas hoy no queda nada. En la mina San José reina el silencio a un año del derrumbe que sepultó a 33 mineros.
Sólo el ladrido de dos pequeños perros interrumpe la soledad de este yacimiento enclavado en medio del desierto de Atacama y que hace un año centró la atención del mundo luego de que un derrumbe atrapara en su interior a 33 trabajadores.
Dos cuidadores resguardan hoy el lugar, donde sólo se ven piedras y arena. No hay rastros de aquella ciudadela con colegio, comedor, calabozo y cientos de carpas y casas rodantes que fue cobrando vida propia a medida que pasaban los días y que en el momento del rescate llegó a albergar a más de tres mil 500 personas, que llamaron a ese sitio “Campamento Esperanza”.
No están las banderas chilenas ni los cientos de mensajes de aliento a los mineros escritos en las rocas por sus familiares. No quedan tampoco casi evidencias, apenas algunos cimientos, de las tres enormes máquinas excavadoras que trabajaron sin descanso por más de 30 días para cavar uno de los pozos por donde fueron rescatados los mineros.
Sergio, uno de los cuidadores del lugar, cuenta que “han pasado semanas sin que nadie visite el yacimiento, sólo alguno de los 33 mineros o un turista curioso han llegado hasta acá”.

¡Fua!, bandera de las protestas
La policía chilena dispersó a cientos de escolares que ayer pretendían realizar una marcha por el centro de Santiago que había sido prohibida por el gobierno y detuvo a 36 de ellos, en el marco de protestas estudiantiles que buscan el fortalecimiento de la educación pública.
El gobierno de Sebastián Piñera prohibió y dispersó la masiva marcha de estudiantes, movilizando mil policías y aplicando un decreto impuesto por el dictador Augusto Pinochet.
El decreto firmado por Pinochet en 1983, durante la dictadura militar que duró entre 1973 y 1990, reconoce que las personas tienen derecho a manifestarse, pero que deben pedir permiso a la autoridad.
El “concepto Fua”, proclamado por el mexicano Julio César Segura en una noche de tragos y popularizado por las redes sociales, fue incorporado a la lucha estudiantil chilena por una mejor educación.
“!Fuerza Pingüinos (estudiantes de secundaria) ¡¡¡Fua!!! A resistir la bota comercial”, reza una consigna recogida por el diario Las Ultimas Noticias, como un ejemplo de lo que define como un descomunal éxito de la filosofía Fua (que) ya inunda Chile.
“La policía está reprimiendo de forma muy agresiva”, reclamó una vocera de los escolares, en medio de los enfrentamientos con los grupos antimotines en el centro de Santiago de Chile.
La jornada comenzó en las primeras horas del jueves con barricadas que estudiantes levantaron en 13 puntos de Santiago con neumáticos y maderas encendidas, pero que fueron dispersados por la policía, según imágenes difundidas por canales de televisión locales.
Estos desórdenes fueron la antesala de las marchas que universitarios y secundarios habían anunciado para ayer, pero que no fueron autorizadas.
“Hemos tenido toda la prudencia para hacer respetar los derechos de expresión, pero llega un límite que está dado porque un grupo de personas no perjudique el derecho del resto. Los estudiantes no son los dueños de este país”, dijo el vocero de gobierno, Andrés Chadwick.
“Creemos que tenemos todo el derecho constitucional a manifestarnos sobre todo por la Alameda, pero no se dejó que los compañeros llegaran a Plaza Italia porque la policía comenzó a reprimirnos”, dijo Rodrigo Rivera, dirigente de los escolares.
Los alumnos de secundaria intentaron reagruparse y realizar la marcha por calles aledañas al centro de Santiago, pero nuevamente fueron reprimidos por la policía, lo cual derivó en disturbios que han dejado 36 escolares detenidos.
Los medios locales hablan de más de 130 detenidos.
“El centro de Santiago se encuentra en estado de sitio”, dijo Camila Vallejo, una de las principales dirigentes de los estudiantes.
Las manifestaciones se unen a otras protestas que los estudiantes han realizado desde hace dos meses, cuando estalló el conflicto.
Los estudiantes exigen desde hace dos meses una serie de reformas constitucionales para alcanzar una educación pública de calidad, gratuita, y que se acabe con el lucro en las universidades